domingo, 21 de noviembre de 2010

De La red Social a When You're Strange: El penúltimo boom de los biopics

Los biopics existen desde que el cine es cine. Pero en tiempos de crisis, la industria del séptimo arte aprovecha para explotar este género contanto historias de superación basadas en hechos reales.

La otra cara del revolucionario Ernesto Che Guevara, el creador de Facebook Mark Zuckerberg, el polifacético Serge Gainsbourg, el Fénix de los ingenios Lope de Vega o el genial dibujante Vázquez: basta echar un vistazo a la cartelera de cine para darse cuenta de que el género de los biopics, o biographical pictures, está en pleno apogeo.

No se trata de una nueva moda. En realidad, el intento de contar las vidas de famosos con una mirada artística ha interesado a directores y público desde los orígenes del celuloide. Ya en los años del cine mudo, el francés Georges Méliès y el estadounidense D.W. Griffith sucumbieron a este género en las películas Jeanne d'Arc (1899) y Judith of Bethulia (1914) respectivamente.

 Sin embargo, sí hay una pequeña explicación a esta afluencia de biopics, que se ha ido  agudizando en los dos últimos años. Y es que este tipo de películas, nacidas como un subgénero de los dramas y las cintas épicas, suelen inundar las salas de cine cuando arrecian las crisis.

La primera oleada se remonta a los años 30. En aquel entonces, con una población sufriendo las consecuencias del crack del 29, los estudios cinematográficos decidieron apostar por películas aleccionadoras y moralistas, que mostraran cómo personas reales superaban los obstáculos que la vida les ponía por delante hasta acabar logrando el éxito.

Abraham Lincoln (1930), Queen Christina (1933), Voltaire (1933), The Story of Louis Pasteur (1936), Rembrandt (1937), The Life of Emile Zola (1937), Marie Antoniette (1938), The Story of Alexander Graham Bell (1939), Young Tom Edison (1940) y un largo etcétera. Y en el lado opuesto, Scarface: The Shame of a Nation (1932), cuyo título lo dice todo.

Salvo excepciones, los biopics son un género bastante rentable. A los buenos resultados que suelen tener en taquilla -azuzados muchas veces por una cierta curiosidad voyeurista- se unen las campañas de marketing que los acompañan cada vez con más frecuencia.  No en vano, cuando se lleva a la gran pantalla las peripecias de un escritor, músico, artista o político, las ventas de sus novelas, biografías, discos -por no hablar del merchandising- se disparan.


Y en este sentido, también en la última década ha ido tomando forma un nuevo subgénero: el de los biopics musicales. Todo un abanico de formas y  estilos que va desde el mosaico de rostros de Bob Dylan en I'm not There (Todd Haynes) a la banda adolescente setentera The Runaways (Floria Sigismondi) pasando por el sello discográfico Cadillac Records (Darnell Martin), los excesos de Edith Piaf en La vie en rose (Olivier Dahan) y los de Kurt Cobain en Last Days (Gus Van Sant) o documentales como Shine a Light, sobre los Rolling Stones, y When you're Strange, sobre la legendaria banda The Doors.


Elena Box


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